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Los niños sordos y la lectura en el hogar

Aprender a escribir para un niño sordo implica aprender una nueva lengua, en nuestro caso el español. No es (como ocurre con el niño oyente), sólo aprender a manejar una técnica diferente para una lengua que ya conoce.

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Cuando los padres sordos utilizan entre ellos y con su hijo sordo la lengua de señas, el niño desarrolla espontáneamente el lenguaje ya que estar en contacto con una lengua accesible le posibilita un proceso comunicativo natural.

La interacción social y lingüística de los padres sordos con sus hijos sordos es semejante y tan compleja como aquella de los padres e hijos oyentes.

Este proceso de interacción contribuye a que el niño no solo ponga en funcionamiento sus capacidades lingüísticas y comunicativas, sino que también vaya formando una identidad social propia: el niño sordo es capaz de asimilar la realidad que lo rodea, es decir, socializarse y conocer el mundo.

La adquisición de la lengua de señas argentina es, pues, un proceso natural debido a que los niños sordos de padres sordos la construyen progresivamente, en el trato diario, dentro de un contexto en el que existen datos previos, imágenes y pistas. De esta forma natural y espontánea, sin ningún tipo de intervención especifica, obtienen habilidades lingüísticas adultas (del mismo modo que los niños oyentes aprenden a hablar de sus padres oyentes).

El niño sordo, hijo de padres oyentes

Estudios realizados muestran que más del 90% de los niños sordos son hijos de padres oyentes (Allen, 1986)*. Los padres oyentes de los niños sordos generalmente no han tenido contacto previo con otros sordos. Por eso, cuando conocen el diagnóstico no saben qué va a suceder con la crianza, el desarrollo del lenguaje, la escolaridad y la vida adulta de este niño. Es en ese momento que los padres comienzan a deambular por diferentes consultorios, recurren a fonoaudiólogos, otorrinolaringólogos e intentan contactarse con otros padres y con información que los pueda guiar.

Debido a que los padres generalmente no han tenido contacto con otras personas sordas, desconocen la lengua de señas y la importancia que tiene en el desarrollo de su hijo. Estimulados frecuentemente por los médicos, tratan de comunicarse con los niños desde el español en su forma oral, descuidando, sin saberlo, un factor importante: el niño sordo no oye y por lo tanto, la comprensión del mensaje sonoro no será posible.

En ocasiones los consejos que reciben estas familias están basados exclusivamente en mitos, es decir, son creencias que no tienen relación con las investigaciones que se conocen. Algunos de estos prejuicios son:

  • La lengua de señas argentina no tiene la riqueza que presenta el español. Se concluye entonces que la lengua privará a los niños de desarrollar conceptos abstractos.

  • Si el niño aprende primero la lengua de señas, verá dificultado el aprendizaje del español.

  • Los niños deben aprender a hablar para luego aprender a escribir. Se intenta entonces enseñarles a pronunciar las palabras antes de pasar a la lengua escrita.

  • Las personas sordas tienen más desarrollada la posibilidad de leer los labios.

  • Si les hablamos despacio podrán comprender el mensaje.

  • Para integrarse a la sociedad es necesario aprender a hablar.


Es necesario en este punto aclarar estas falsas creencias:
 

  • Las lenguas de señas del mundo han sido estudiadas por científicos. La conclusión es que son tan complejas y completas como cualquier otra lengua. La gramática de la lengua de señas argentina ha comenzado a ser estudiada a partir de los años 80.

  • En consecuencia, las lenguas de señas pueden transmitir mensajes tan abstractos y tan complejos como sea necesario.

  • Aprender la lengua de señas no dificulta el aprendizaje del español ni de ninguna otra lengua. Por el contrario, cuanto más tempranamente se aprende una lengua, mejor será el aprendizaje de una segunda y una tercera. Por ser una lengua visual, la lengua de señas es la primera lengua para los sordos.

  • La lengua escrita es independiente de la lengua oral. Por ende, no es necesario que el niño sepa pronunciar las palabras antes de acceder a la escritura. Es posible aprender a leer a partir de la lengua de señas.

  • Los sordos no tienen habilidades naturales para leer los labios. Las dificultades con las que se encuentran son idénticas a las de las personas oyentes. Si hacemos la prueba de leer en los labios frases largas o conversaciones nos daremos cuenta de este obstáculo.

  • Al hablarles más lentamente lo que hacemos es simplificar el mensaje, quitar información o modificarlo. Son muy frecuentes los malos entendidos con las personas sordas ya que los mensajes (a pesar de ser transmitidos lentamente) son comprendidos de forma parcial: se entienden solo algunas palabras sueltas.

  • Para integrarse a la sociedad las personas deben fundamentalmente aceptarse a sí mismas, estar cómodas con su identidad, compartir experiencias con sus semejantes, acceder a la información.

  • ¿Cómo pensar que un niño pueda integrarse a una sociedad que le resulta ajena o que no comprende? ¿Cómo puede un niño jugar con otro niño si no les han contado los mismos cuentos? ¿Cómo se integrará si no puede aceptarse a sí mismo? Para compartir, para comunicarse, para jugar con los demás es necesario primero aceptarse a sí mismo, desarrollar una identidad propia y no sentirse excluido. El proceso de integración social comienza cuando el niño es respetado en sus valores, en su cultura y en su lengua, lo que conforma su identidad.

  • Si los padres sienten la obligación permanente de instruir a sus hijos sordos, podría suceder que el niño no se relacione desde el cariño, desde la comprensión y desde el juego, y que finalmente, no pueda desarrollarse cognitivamente acorde a su edad.

Respetar a la persona sorda y su condición sociolingüística implica, tener en cuenta su pleno desarrollo como miembro de varias culturas a fin de que pueda darse en él un proceso psicolingüístico natural. De este modo, el niño sordo tendrá la posibilidad de desarrollarse como un verdadero bilingüe, manejándose tanto en un ambiente de sordos como de oyentes y usando tanto la lengua de señas argentina como el español escrito, ya que sus potenciales lingüístico-cognitivos son los mismos que los del niño oyente.


* Allen, T. (1986). Patterns of academic achievement among hearing impaired students. 1974-1983.En A. Schildroth (Ed) Deaf children in America (pp. 161-206) San Diego, CA: College Hill Press.


 

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